Este sábado se llevó a cabo la edición número 49 de la peregrinación juvenil a Luján, donde miles de jóvenes pasaron por Merlo en su caminata hacia la Basílica. En el lugar estuvo presente el Intendente del distrito, Gustavo Menéndez que a través de diferentes stands, brindó acceso a servicios esenciales para los fieles.

Así, desde la Universidad Nacional del Oeste, Defensa Civil, Bomberos Voluntarios de Merlo, el Instituto Agustina Bermejo, y otras instituciones, dispusieron postas para garantizar una circulación ágil y segura.

“La peregrinación de la juventud, donde acompañamos la imagen de nuestra madre María, es hermosa y verdaderamente me emociona ver la cantidad de personas que apuestan a la fe: ellos llevan en alto los valores cristianos”, expresó Menendéz.

De igual forma, el Jefe Comunal destacó que “todas las áreas del Municipio ayudaron a los peregrinos con todas sus dolencias, que van sufriendo mientras realizan el trayecto hacia la Basílica de Luján”.

INICIOS DE LA PEREGRINACIÓN DE LUJÁN

La primera Peregrinación Juvenil, inició el 25 de octubre de 1975 en auge de la dictadura militar. Así, diferentes agrupaciones creyentes juveniles partieron desde el Santuario San Cayetano de Liniers, de manera espontanea, convirtiendose en una tradición que acopla miles de fieles año trasa año.

La virgen llegó a la Buenos Aires en el año 1630, cuando desembarcaron dos imagenes de la virgen en el puerto Santa María de los Buenos Aires, a pedido de Faría de Sá que quería rendirle culto a la Virgen en la capilla en su estancia en Sumampa, en la provincia argentina de Santiago del Estero. 

Al transladarla, la caravana paró en lo que hoy se conoce como Paso Morales del Partido de Hurlingham. El atardecer del segundo día, la carga se detuvo en la estancia de Rosendo, ubicada frente al río Luján, donde estaba el Negro Manuel, un esclavo a quien había comprado en Brasil. 

Si bien pasaron una noche tranquila, al otro día los hombres quisieron seguir el paso, pero la carga no se podían mover. De esta forma, se dispusieron a repasar la carga que llevaban y rápidamente visualizaron los dos cajones con la imagen de la Virgen. 

Así, el Negro Manuel pidió que retiren del carretón a una de las cajas. Pero fue en vano, porque los bueyes no podían avanzar. De la misma manera, sugirió que se cambien los cajones de madera. Así lo hicieron, subieron el cajón y bajaron el otro y sin necesitar estímulo alguno, los animales tiraron del carretón sin dificultad.

Fue así que Manuel hizo saber que la imagen de la Virgen guardada en ese cajón debía quedarse allí. Desde ese momento, todos empezaron a venerar la imagen de María y a coincidir en dejar la Imagen en Luján.

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